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REDESCUBRIENDO: ¿Estás preparado para morir?

Desde la perspectiva biológica el ser humano: nace, crece, se reproduce y muere. Todo ser humano muere, es decir, toda persona tiene un principio y un fin.
Por: José M. Cuevas D./Críticadn

Desde la perspectiva biológica el ser humano: nace, crece, se reproduce y muere. Todo ser humano muere, es decir, toda persona tiene un principio y un fin. La idea de inmortalidad y la creencia en el Más Allá aparecen de una forma u otra en prácticamente todas las sociedades y momentos históricos. Todas las culturas creen en la vida después de la muerte. Afirmaban que existen diferentes lugares a donde van las personas después de la muerte, un lugar de paz para lo que hacen el bien, y un lugar de tormento para los que hacen lo malo. Por ejemplo, para los aztecas existía un inframundo que constaba de 9 niveles, en ellos la persona que moría iba pasando de uno a otro hasta degradarse. Según sus actos malos, la persona se degradaba en dicho lugar. Por su parte, los hindúes de la India creen en la reencarnación, así una persona si hizo lo bueno mientras estuvo viva, reencarna en maestro o una divinidad, por el contrario, si hizo lo malo reencarna en un animal como el cerdo, la serpiente, el sapo, etc.

Pero ¿qué es la muerte? La muerte es el fin de la vida, opuesto al nacimiento. El evento de la muerte es la culminación de la vida de un organismo vivo, mientras que el estado es lo que sucede a dicho evento. Sinónimos de muerto son occiso (muerto violentamente) y difunto. Se suele decir que una de las características clave de la muerte es que es definitiva, y en efecto, los científicos no han sido capaces hasta ahora de presenciar la recomposición del proceso homeostático desde un punto termodinámicamente irrecuperable. Antiguamente se definía la muerte (evento) como el momento en que cesan los latidos del corazón y la respiración, pero el desarrollo de la ciencia ha permitido establecer que realmente la muerte es un proceso, el cual en un determinado momento, se torna irreversible.

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Por otro lado, existe lo que se conoce desde la perspectiva médica como muerte clínica. No pocas personas en este mundo han vuelto del trance Muerte-Vida y al recobrar la conciencia ha concordado que hay ciertos hechos comunes que han podido percibir en un estado no definido: Sensación de paz sublime, ver una Luz al final de un túnel, sentir a seres queridos (incluso que no se recordaban en vida), ver figuras difusas traspuestas por una luz de origen desconocido, ver desde cierta altura el escenario de su cuerpo en estado de morir y a quienes le rodean. Existe también la muerte súbita o muerte repentina, ésta se da con mayor frecuencia en deportista de alto rendimiento. La patología cardiovascular es la causa más frecuente de muerte, al igual que en la muerte súbita no asociada al deporte. En deportistas de mayor edad predomina la enfermedad ateromatosa coronaria, mientras que en los más jóvenes destacan las patologías de origen congénito. La pregunta a reflexionar es: ¿estamos preparados para enfrentar la muerte? Un hombre sabio de la antigüedad dijo: “Aprende a morir y aprenderás a vivir. Nadie aprenderá a vivir si no ha aprendido a morir”. El sabio maestro budista, Padmasambhava comentó: “Quienes creen que disponen de mucho tiempo, sólo se preparan en el momento de la muerte. Entonces los desgarra el arrepentimiento. Pero, ¿no es ya demasiado tarde?”. Vivamos según el principio Carpe diem, es decir, vivir la vida en el aquí y ahora, sin dejar situaciones inconclusas, pues no sabemos que llegará primero, si la muerte o el próximo día. Por su parte el psiquiatra Longaker recomienda tres puntos para la preparación de la muerte: 1. Darnos cuenta de que el sufrimiento existe y que se puede transformar en una experiencia de plenitud; 2. Prepararnos espiritualmente para la muerte, lo que implica el ser capaces de vivir en el momento presente, sin dejar situaciones inconclusas que sólo han de constituir un lastre que incrementará nuestro dolor y sufrimiento y el de quienes nos rodean; 3. Encontrar significado a nuestra existencia, sintiéndonos seres plenos a pesar de nuestras imperfecciones, aceptando nuestros errores y expiando los que podamos haber cometido:4. Buscar la paz con Dios para tener una conciencia limpia. Hasta la próxima. Facebook: Miguel Cuevas

 

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