Los mexicanos lograron superar obstáculos personales y profesionales para poner a Los Angeles en otro Clásico de Otoño.
Por: Agencias/Críticadn
Víctor González corrió por el Global Life Field hasta donde el volcán de emociones llamado Julio Urías había recién emergido para unirse a su erupción de felicidad. La historia de la humanidad es contada a través de la narrativa de quienes han sabido sortear la adversidad para dejar su huella, y la de los dos lanzadores de Los Angeles Dodgers no es sino la prueba de que la resiliencia puede mover montañas y hasta, contra todo pronóstico, llevar a un equipo herido de guerra de vuelta a la Serie Mundial.
La noche del domingo 18 de octubre quedará para siempre en el recuerdo del sinaloense, quien fue el pilar que sostuvo el triunfo que impulsó a Los Angeles a su tercer Clásico de Otoño en cuatro años, donde ahora enfrentará a los Tampa Bay Rays en lo que promete ser un choque que colisionará el mundo de la pelota. Urías lo logró con tres entradas perfectas y superando de paso a Fernando Valenzuela como el mexicano con más victorias en Postemporada y siendo el primero en ganar en un séptimo juego.
Pero esa exhibición no fue sino la punta de un iceberg de experiencias y golpes de una vida que no comenzó nada fácil para él, con un tumor en el ojo izquierdo que requirió varias cirugías para que no hubiera grandes daños. Una historia de lucha y resistencia como la de su mejor amigo y compañero en la rotación angelina, Víctor González, cuyo padre perdió la vida después de haber sido apuñalado en su natal Tuxpan, Nayarit.
Ambos supieron sacudirse los fantasmas de la calamidad y recorrieron un mismo camino incluso al recuperarse a la par de severas lesiones que pusieron en riesgo sus carreras. Ahora son dos piezas clave en el éxito de un equipo ávido de gloria tras 32 años sin imponerse en una Serie Mundial, pero que llega envalentonado tras remontar un 1-3 en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y mentalmente listo, como si hubiera recibido el alta en el diván de una terapia de psicoanálisis, para enfrentar sin temor al campeón de la Americana.
Tampa Bay únicamente ha sido partícipe de un Clásico de Otoño en 2008, cuando cayó ante Philadelphia Phillies, lo hizo 10 años después de su aparición en MLB. Entre sus filas cuenta ahora con inmenso talento, pero llama especialmente la atención el cubano Randy Arozarena, un novato de pasado en los Toros de Tijuana de la LMB que despertó su mejor versión en estos Playoffs y es sin duda uno de los principales peligros para los Dodgers, y especialmente, para el par de zurdos mexicanos.
Urias ya tuvo en 2018 participación en una Serie Mundial, mientras que González está por convertirse en el pelotero nacido en México número 17 en esta instancia, mientras que de lograr terminar con la ‘maldición’ de Los Angeles, Urias y González se convertirían en los nacidos en territorio azteca número 11 y 12 en ganar un Clásico de Otoño dentro del roster y segundo par en lograrlo juntos tras Jaime García y Fernando Salas, quienes lo consiguieron en 2011 con los San Luis Cardinals.
Este contenido esta protegido por los derechos de autor y de propiedad intelectual. Se prohibe la copia, transmisión o redistribución del mismo sin autorización por escrito de Crítica Digital Noticias. Todos los derechos reservados. Copyright 2024.