Fany Martínez entrena en su casa para pelear por el sueño de representar a México en unos Olímpicos
Por: Agencias/Críticadn
Los Reyes Magos le dieron el mejor regalo a Fany Martínez a los siete años y desde entonces suma 101 triunfos arriba del ring. La Niña de Oro forja su historia a golpes y desea representar a México en los Juegos Olímpicos de París 2024, así como convertirse en monarca del Consejo Mundial del Boxeo… Melchor, Gaspar y Baltazar ya toman nota.
La carismática boxeadora arrasa con sus rivales al mismo tiempo que desfila por las alfombras rojas. Se codea con grandes peleadores y participa como actriz en la serie de Julio César Chávez. Sus seguidores crecen en las redes sociales en las que aparece como Golden Girl.
“Mi mamá es de Polonia, mi papá es mexicano y nací en Nueva York, pero siempre he dicho que mi sangre es mexicana. Si me dicen: ‘¿dónde quieres estar, en México o en Estados Unidos?’ digo que en México, porque es un país que me vio crecer, del que conozco su cultura y sus tradiciones”, cuenta Fany Martínez Marczak desde su casa en Nezahualcóyolt, donde cumple con el resguardo por el COVID-19.
El amor de Fany con el boxeo comenzó con el coqueteo del costal que colgaba en el techo de su casa y al que “acariciaba” con un certero golpe. Se reforzó con los recortes de periódicos que reseñaban las hazañas de su abuelo José Luis Martínez. El sentimiento creció al ver las funciones sabatinas en las que se deslumbraba por “las lucecitas”, que destellaban las vestimentas de las peleadoras.
“Yo quiero ser como una de ellas, le decía a mi abuelo. Le pedí a mi papá que me llevara a un gimnasio para aprender a boxear y él me dijo que luego. Entonces se me ocurrió pedírselo a los Reyes Magos y me cumplieron. Así es como empieza mi historia en el boxeo”, recuerda.
“La regla es que en la escuela no puedo bajar mi promedio de 9 para seguir entrenando boxeo. Mi papá me aconseja que debo tener una carrera profesional, porque en el deporte una lesión puede acabar con todo. De más chica quería ser médico veterinario, ahora me gustaría estudiar administración de empresas, pero aún no defino”.
En la secundaria a la que asiste, alumnos de otros grupos la interrumpen para tomarse una selfie. Durante los recesos de clases es animada por sus compañeros para dar miniclases de boxeo, mientras que los profesores le preguntan sobre su próxima pelea.
“A mis compañeros les da risa cuando me piden una foto, pero les digo que no soy famosa. También escucho comentarios negativos, pero no los tomo en cuenta, me gusta darles el avión. Hay niñas que me han dicho ‘a ver vamos a agarrarnos’, pero yo les digo que si quieren les doy la dirección del gimnasio y allá nos ponemos los guantes y ya no me dicen nada. Soy una deportista de alto rendimiento y los puños sólo se usan en el box”.
La futura quinceañera, quien añora los tiempos en los que peinaba sus barbies y salía en su bicicleta, revela su pasión por el Cruz Azul.
“¿Todos me preguntan ¿por qué Cruz Azul? Iba con mi papá al estadio y veía las banderotas y las playeras del Cruz Azul. Me gustaba ver jugar a Chaco Giménez y ahora a Jesús Corona. Tengo corazón y sangre azul. Pierda o gane”.
De sus 107 peleas sólo ha perdido seis, una marca impresionante para la joven boxeadora.
“He aprendido más de las derrotas, porque veo los videos y analizamos lo que dejé de hacer. Si me faltó más movimiento de cintura o tirar más golpes. Mi abuelo me dice que nunca debo bajar la guardia”.
Recuerda que La Niña de Oro nació de una manera circunstancial.
“Estaba ayudando a mi papá en su trabajo, él se dedicaba a hacer instalaciones en las oficinas. Cuando me pedía que le pasara un desarmador yo le daba un martillo. Luego me pedía unas pinzas y le daba unas de presión. Entonces, para ya no equivocarme como pude me llevé arrastrando la caja de herramienta a donde él estaba, en eso llegó su patrón y le dijo: ‘esta niña vale oro’ y mi papá le respondió: ‘sí, es mi niña de oro’. Cuando comencé a pelear me pidieron un nombre para que me presentaran y decidimos que fuera La Niña de Oro. Ahora en las redes sociales estoy como Golden Girl, porque cuando abrí mi cuenta de Instagram no me dejaba poner la “ñ”. Lo puse en inglés y me gustó”.
Acostumbrada a levantarse a las seis de la mañana para asistir a la escuela, regresar por la tarde, cocinar y luego irse a los entrenamientos hasta el anochecer, ahora vive otra etapa con el confinamiento.
“Es una experiencia totalmente diferente, me ejercito dos horas en casa para que mi cuerpo no se quede pausado. Salto la cuerda, trabajo en la escalera, con el costal, la pera… la ventaja es que tengo básicamente todo el equipo.
“Veo el lado positivo y aprovecho para estar con mi familia. Dibujar, cantar, aunque se me salga el gallo, bailar y leer libros. Ahorita estoy por terminar El Principito.
“Los juegos de video no me gustan mucho, prefiero jugar con mi papá a serpientes y escaleras o a la lotería. También cocino, mi especialidad es el arroz, no me queda batido ni nada, me queda enterito.Mi abuelita me tenía en la cocina desde chiquita, yo viendo aprendí y perfeccioné algunas cosas”.
Mientras, sus metas en el boxeo se mantienen intactas.
“Mi sueño es ir a unos Juegos Olímpicos representando a mi país, que mejor que sea en los de París 2024 y posteriormente me gustaría ser campeona mundial del CMB.”
FANY PRESUME SUS RAÍCES
La Niña de Oro disfruta participar en la Danza de los Tecuanes, una tradición mixteca que se realiza en Acatlán de Osorio, en Puebla, de donde es originario su abuelo.
“Es una forma de demostrar que tengo los valores que me ha inculcado mi papá. Nunca me ha dado pena decir que danzo, es para mí un orgullo, porque soy 100 por ciento mexicana”, explicó Fany.
-Héctor Linares
EL BOXEO EN LA SANGRE
José Luis Martínez, abuelo de Fany, fue boxeador profesional entre los años 1965-19719 y fue quien le despertó la pasión por este deporte a la pequeña.
El abuelo fue quien le dio las primeras clases en casa y hasta la fecha analiza cada una de sus peleas.
DESEA APOYAR A LA NIÑEZ
Fany Martínez tiene el deseo de ayudar a los niños que desean practicar el boxeo y tiene en puerta la inauguración de un gimnasio, que se aplazó por la pandemia del COVID-19.
“Mi proyecto a corto plazo es poner un gimnasio de box para entrenar niños de 7 a 15 años, ya estábamos por abrir, pero, por esta contingencia, lamentablemente no pudimos
“Es dirigido a los niños porque creo que los gimnasios no están enfocados en ellos y va a ser una escuela de boxeo, para enseñarles desde cómo pararse y complementar la técnica con estrategias y ejercicios”,
Aceptó que al ser un deporte de contacto se sufre con los golpes, pero hay que aprender a salir adelante
“Arriba del ring se calienta uno con los golpes, pero hay que mantener la tranquilidad y apoyarse en una estrategia”.
La Niña de Oro aprovecha para enviar un mensaje por el 30 de abril.
“Una frase que siempre he dicho es que los sueños se hacen realidad cuando se lucha a diario por ellos. A los papás: que no dejen de apoyar a sus hijos”.
-Héctor Linares
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