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Bordado huichol, en la Semana de la Moda de Nueva York

Bordados de coloridas flores se exhibirán del 6 al 12 de febrero en la primera colección wixárika de la diseñadora nayarita Patricia Govea.
Por: Agencias/Críticadn

Con chaquiras de la República Checa, hilos de algodón de Francia y telas de lana, charmeuse de seda o crepés de Italia o Portugal, los bordados de coloridas flores, mariposas, animales diversos, grecas o figuras geométricas característicos del pueblo huichol o wirraritari, como se autonombra, se exhibirán en la Semana de la Moda de Nueva York 2020, a realizarse del 6 al 12 de febrero.

Forman parte de la primera colección wixárika de Patricia Govea, una  diseñadora de moda nayarita que trabaja con 300 artesanos de 8 comunidades remotas y pobres de la Sierra Madre Occidental. Un 95 por ciento son mujeres y entre el 5 por ciento de los hombres, algunos bordan a la par que sus esposas y también participan ancianos y dos personas discapacitadas.

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Seis de esas comunidades se ubican en Nayarit: Potrero de la Palmita, Naranjito del Copal, Guinea de Guadalupe, Paso de Alica, Golondrinos y Colorado. Las otras dos pertenecen a Jalisco: San Andrés y Huejiquilla El Alto.

El proyecto inició hace 7 años

Patricia Govea, quien al convertirse en madre a los 19 años comenzó a vender ropa de importación para tener ingresos extra y luego pagarse la carrera de diseño de modas en la Universidad de Guadalajara, inició hace 7 años un proyecto de capacitación para el trabajo con 25 mujeres. Lo dejó suspendido cuando se casó y mudó a Estados Unidos, pero en  2015 lo retomó.

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Ahora germina con la venta por internet de faldas, blusas, vestidos, abrigos y otras prendas para mujeres, únicas e irrepetibles por el bordado huichol https://patriciagovea.com . Alcanzan precios de entre 300 y mil 400 dólares, es decir de 5 mil 300 pesos a 26 mil 278 pesos, para quien esté dispuesto a pagar lo que vale un trabajo a mano tan detallado, pondera Govea.

Ni plagio ni apropiación de sus diseños, somos una sociedad de solidaridad social

Los bordados son completamente creación de las mujeres huicholas o wirraritari, inspirados en su cultura, su entorno, sus sueños o sus visiones espirituales. Los plasman en tiras de  telas, con hilos y chaquiras importadas y de mejor calidad que Patricia Govea les proporciona y que después ella integra como cinturones, hombreras, cuello o muñequeras en las prendas que, a su vez, diseña.

“Es su cosmovisión y tienen una gama de colores nata, además de que no hay chaquira que pongan fuera de lugar. Es arte lo que hacen”, comenta la diseñadora, en entrevista con La Jornada

Niega que se esté apropiando de los diseños huicholes como se ha señalado a otros diseñadores: en 2015 francesa Isabel Marant fue acusada de plagio por los mixes de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca por copiar vestimenta tradicional. Lo único que tiene registrado como marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), dice Govea, es su nombre porque los bordados de los huicholes son patrimonio cultural.

Además explica que con las artesanos trabaja bajo el esquema de sociedades de solidaridad social (SSS), por lo que “todos son socios y accionistas”. La ley de las SSS señala que se establecen con un patrimonio colectivo con el objetivo de crear empleos así como producir, industrializar y comercializar bienes, entre otros.

Pero Patricia Govea fue la única inversionista del proyecto y a la fecha le ha inyectado 5 millones de pesos, mientras que admite que los artesanos huicholes reciben se les paga poco más que el salario mínimo, fijado en123.22 pesos diarios de manera general o en 130.99 pesos el del costurero que trabaja en casa, pero en ambos casos menos de 4 mil pesos al mes.

Hasta tres semanas tardan las artesanas en terminar un bordado

Es, sin embargo, el primer empleo establecido o permanente que tienen las mujetrs  huicholas de la región porque, explica la diseñadora, durante 3 meses se dedican a la agricultura de temporal y en los restantes 9 meses se ven obligados a salir de sus comunidades para buscar otras formas de ingreso porque no tienen opciones de empleo en sus comudidades.

Los bordados son muy elaborados y cada tira puede llevarles hasta tres semanas, pero el trabajar con la diseñadora de modas les ha significado un trabajo e ingreso constantes, como nunca antes lo tuvieron, además de que pueden laborar desde su casa, a su rimo y coordinando su trabajo del campo, las actividades de la casa y el cuidado de los hijos, porque “normalmente se juntan una vez a la semana en grupo de 20 artesanos con una directora que supervisa el avance del bordado”.

No todos los artesanos viven concentrados en las comunidades. Algunos tienen que caminar grandes trayectos durante horas porque no hay transporte o incluso trasladarse en balsas o chalupas para recoger el material que las coordinadoras de los grupos de trabajo o la misma Patricia les entrega periódicamente. Así que el pago no es quincenal para todos porque hay mujeres que, por conveniencia, sólo baja de la sierra una vez al mes para entregar su trabajo y recibir su paga.

Patricia Govea comentó que en un viaje por París,  se topó con un tumulto en un museo que hacía fila para ver un muro huichol de lentejuelas y fue ahí donde comenzó a gestar su sueño de integrar los bordados de las indígenas de su tierra a sus diseños, aunque “mi primera intención era crear una propuesta sofisticada de moda con una reinterpretación del arte huichol”, pero al llegar al sierra y atestiguar la pobreza de las wirraritari, nació el proyecto de trabajar con ellas.

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