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Las fuerzas especiales del CJNG detrás de «El Menchito»

El poder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no solo se sustenta en su vasta red de narcotráfico, sino también en su capacidad de desatar una brutal violencia a través de grupos armados altamente entrenados.
Por: Agencias | criticadn.mx

El poder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no solo se sustenta en su vasta red de narcotráfico, sino también en su capacidad de desatar una brutal violencia a través de grupos armados altamente entrenados. Al frente de uno de estos temidos escuadrones estuvo Rubén Oseguera González, conocido como «El Menchito», hijo del líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes, alias «El Mencho».

Las Fuerzas Especiales de Alto Mando, creadas bajo su dirección, se convirtieron en una fuerza letal, responsable de algunos de los ataques más violentos y sofisticados del cártel, volviéndose así «El Menchito» uno de los narcojunior más sanguinarios de su generación al comandar a este grupo de elite para realizar su encomiendas.

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El surgimiento de un poder criminal

Rubén Oseguera González, «El Menchito», nació inmerso en el mundo del narcotráfico. Hijo de uno de los capos más buscados de México, Nemesio Oseguera Cervantes, su destino parecía estar ligado desde el principio al crecimiento del CJNG. Desde una edad temprana, Rubén se involucró en las operaciones del cártel, asumiendo roles clave en su expansión y en la creación de una maquinaria de violencia.

Oseguera González, buscando fortalecer su posición, estableció un equipo especializado de sicarios, conocido como las Fuerzas Especiales de Alto Mando. Este grupo, compuesto por miembros altamente capacitados y equipados con tecnología y armamento militar avanzado, se convirtió en el escudo y la espada del «Menchito». Su principal misión: garantizar la protección de Rubén y ejecutar las misiones más peligrosas y violentas del cártel.

Fuerzas Especiales de Alto Mando: El brazo ejecutor del CJNG

El nacimiento de las Fuerzas Especiales de Alto Mando fue una respuesta directa a la necesidad de «El Menchito» de contar con un grupo de élite que no solo asegurara su propia supervivencia, sino que también facilitara la expansión del imperio del CJNG en medio de una feroz guerra territorial por el control del narcotráfico en México.

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Este grupo se destacó no solo por su lealtad ciega, sino también por su capacidad para llevar a cabo operaciones militares complejas, posicionándose como una amenaza inminente para las fuerzas de seguridad mexicanas. Equipados con lanzacohetes, rifles calibre .50 y otros armamentos de origen militar, los integrantes de este grupo representaban una fuerza devastadora en los enfrentamientos.

La sofisticación de su equipamiento y entrenamiento, a menudo comparado con el de fuerzas armadas regulares, hizo que las Fuerzas Especiales de Alto Mando se convirtieran en uno de los escuadrones más temidos en la guerra contra el narcotráfico. No obstante, su misión principal siempre fue la protección del narcojunior.

Este equipo actuaba en misiones ofensivas clave para el cártel, desmantelando a sus rivales y desafiando abiertamente a las autoridades mexicanas. Pero el poder de las Fuerzas Especiales no se limitaba a la defensa personal. Su lealtad a «El Menchito» y la violencia que desataban a su paso los convirtieron en un actor crucial en las operaciones del CJNG.

El ataque en Villa Purificación: un acto de guerra

Uno de los eventos que marcaron la reputación de este grupo fue el ataque al helicóptero militar en Villa Purificación, en 2015. Ese día, las Fuerzas Especiales de Alto Mando demostraron el poder destructivo que eran capaces de desplegar. Con un lanzacohetes de origen ruso, abatieron una aeronave militar, un acto que cobró la vida de nueve agentes de seguridad, sino que también envió un mensaje al gobierno mexicano.

Este ataque reveló hasta qué punto las Fuerzas Especiales del CJNG habían logrado militarizar sus operaciones. En un contexto donde los enfrentamientos entre cárteles y fuerzas de seguridad eran comunes, este evento se destacó por la magnitud de la violencia empleada. El derribo del helicóptero no solo evidenció el nivel de equipamiento de este grupo de sicarios, sino que también subrayó su capacidad para planificar y ejecutar operaciones complejas.

La captura de «El Menchito» y el fin de una era

A pesar de la impenetrable red de protección que le brindaban las Fuerzas Especiales, Rubén fue finalmente detenido en 2014 durante un operativo en Zapopan, Jalisco. La captura de «El Menchito» representó un duro golpe para el CJNG, aunque no fue el fin de sus actividades. Tras varios años en prisión, fue extraditado a Estados Unidos en 2020, donde enfrentó múltiples cargos, incluyendo tráfico de drogas y posesión de armas.

El juicio de Oseguera concluyó en septiembre, donde fue declarado culpable de varios delitos graves, lo que lo colocó al borde de una condena que podría llevarlo a pasar el resto de su vida en prisión. Durante el proceso, la Administración para el Control de Drogas (DEA) presentó pruebas contundentes de su participación directa en numerosos asesinatos relacionados con deudas del narcotráfico, así como su rol en la adquisición de un impresionante arsenal destinado a fortalecer su posición dentro del CJNG.

Entre las pruebas más impactantes reveladas durante el juicio estuvieron las armas personalizadas que portaban sus sicarios, muchas de ellas adornadas con camuflaje y las iniciales «CJNG» junto con el alias de Rubén, «JR», grabado en ellas. Estos detalles no solo confirmaban el poder simbólico que Rubén ejercía dentro del cártel, sino también su habilidad para mantener una imagen temible y respetada entre sus seguidores.

El impacto del legado de «El Menchito»

Con la sentencia programada para enero de 2025, el caso de Rubén Oseguera González ha dejado una marca indeleble en la historia del narcotráfico en México. Las Fuerzas Especiales de Alto Mando, bajo su liderazgo, perpetraron algunos de los actos más violentos y mortales del CJNG, consolidando la reputación del cártel como una de las organizaciones criminales más peligrosas del país.

Aunque la captura y eventual condena de «El Menchito» representan un avance significativo en la lucha contra el CJNG, el desafío para las autoridades mexicanas y estadounidenses está lejos de haber terminado. El arresto de Rubén no ha sido suficiente para desmantelar completamente las operaciones del cártel, que sigue siendo una amenaza activa y en expansión. No obstante, su caída y la disolución de su grupo de élite marcan un hito importante en esta prolongada guerra.

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