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Directivos, Médicos y Trabajadoras Sociales… una mafia en el ISSSTE de Tepic

Todas las negligencias, falta de profesionalismo y errores que cometen en el ISSSTE de Tepic, no podrían estar pasando si los directivos de ese hospital no estuvieran también en esa organización de golpe contra los familiares y enfermos… ellos, los directivos, a todas luces no hacen nada.
Por: Lenin Guardado/Críticadn

(Tercera de cuatro partes)

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Hoy cumplo 18 días luchando contra el maldito bicho llamado Covid 19 o Sars Cov 2, y aunque al parecer, ya voy de salida ante esta terrible enfermedad que ha matado a miles en todo el mundo, les cuento que hubo días que me las he visto realmente duras.

En estas últimas tres semanas en mi domicilio, llegué a tener fiebres de hasta 39.9 grados, muy fuertes dolores de tórax  y de cabeza, y la insuficiencia respiratoria me llevó a trasladarme de urgencia al hospital del ISSSTE, dónde, como ya lo he publicado, duré solo 5 días internado, tiempo suficiente para darme cuenta de la falta de profesionalismo que existe por parte de los médicos, trabajadoras sociales y directivos, que operan como un tipo de mafia para cubrirse los errores unos con otros.

Actualmente estoy en mi domicilio, pegado al oxígeno, tanques que me duran alrededor de 24 horas y que tienen un costo por rellenarlos de 900 pesos. Sin embargo, mi recuperación sigue adelante, es lenta, pero vamos avanzando. Paulatinamente me siento mejor en mi salud, pero, sigo en tratamiento, en reposo absoluto, sy olo en ratos agarro mi celular o lap top, para escribir como ahorita.

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Lic. Lenin Guardado, en casa, pegado al oxígeno. Sigue en tratamiento contra el covid 19. En confinamiento total.

LA MAFIA DEL ISSSTE EN TEPIC

Los cinco días que estuve internado y que solicité por primera vez en mi vida, los servicios médicos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) en Tepic, fueron suficientes para ver cómo los médicos hacen de las suyas, al igual que las insensibles trabajadores sociales, aprovechando o sabiendo que los jefes, están prácticamente ausentes y sin interés de lo que realmente ocurre en la clínica ubicada en la esquina de las calles Gustavo Baz y  Paseo de la Loma en la capital nayarita.

En mi columna de ayer, detallé que los médicos que se identificaron como “Eloy” y otro “Ruelas”, me dieron tratamiento para “Problemas Renales” y de “Neumonía”, siendo que quien esto escribe no tenía nada de eso, que informaban falsedades a mi familiar de contacto, que nunca se dignaron a entrar a la sala Covid, que todo lo manejan, prácticamente, “a control remoto”.

Desde el primer día que estuve internado, que fue el jueves 20 de agosto, y hasta el lunes 24, siempre pedí a los enfermeros y enfermeras que me atendían, que fuera un médico a hablar conmigo, para explicarme sobre mi verdadera situación, que me dieran mis resultados de la prueba de Covid, que me dijeran por qué y para qué la medicina que me suministraban, los quería ver de frente para que me mostraran mi radiografía que me tomaron de mis pulmones y me las explicaran. Quería saber cuál sería el tratamiento a seguir y qué se esperaba de todo ello. Pero NUNCA, NINGÚN MÉDICO SE ATREVIÓ A METERSE A LA SALA “ROJA” O A LA “ZONA COVID”.

Por su parte, dos de las tres trabajadoras sociales, también hacen su trabajo de forma inhumana, mintiendo a los familiares de los enfermos, pidiendo suministros y medicinas que no se ocupan, en franca colusión con los “médicos avestruces”, con una mentada coordinadora médica, una doctora delgadita, de lentes, creo de nombre “Julia” y, hasta con la directiva de la clínica.

En el ISSSTE, trabajadoras sociales, médicos y directivos coludidos. Se tapan sus errores unos con otros.

Por su parte, las trabajadoras sociales, una de nombre “Aidé” y otra identificada como “Ana Torres”, son las personas más insensibles que existen ahí y claramente faltan a la indicación que da a nivel nacional, Luis Antonio Ramírez Pineda, Director General del ISSSTE, quien dijo en el marco conmemorativo del Día Nacional del Personal de Trabajo Social, que “los derechohabientes tienen en los profesionales de trabajo social aliados que ofrecen alternativas de solución a problemáticas de su entorno, facilitan la integración y cuidado de los pacientes y además contribuyen a formar redes de apoyo para enfermos crónicos”, cosa más falsa en Nayarit, en Tepic.

En la clínica que está frente al Parque de La Loma, la labor de  las Trabajadoras Sociales, Aidé y Ana Torres, se minimiza solo a pedir a los familiares de los enfermos, papel higiénico, toallitas sanitizantes, gel antibacterial, dos litros de agua y algunas medicinas “que no tiene la institución”. Y eso es diario, todos los días, para todos los pacientes. Aunque dentro, a los enfermos, a veces, los tengan sin agua o sin las toallitas o sin el medicamento que piden.

Las Trabajadoras Sociales, en la clínica referida, en lugar de ayudar a las familias de los enfermos, las asustan, les causan más problemas, les llenan la cabeza de mentiras, inventan cosas, en franca colusión con los “médicos avestruces”, esos que no sacan la cabeza de los consultorios y temen entrar a las zonas “rojas” o “de Covid”.

En tanto, la situación de la que se decía Coordinadora Médica, una delgadita, de lentes, identificada como “Julia”, está igual, insensible, inhumana, que, en lugar de ayudar a los enfermos y a las familias, pelea con ellas y ellos.

Y claro, todo lo anterior no podría estar pasando si los directivos de ese hospital no estuvieran también en esa organización de negligencia, de falta de profesionalismo y de golpe contra los familiares y enfermos… ellos, los directivos, a todas luces no hacen nada.

Se deben investigar todas las anomalías e ilegalidades que ocurren en su interior. Hasta matan impunemente.

PARA MUESTRA UN BOTÓN

Al ser testigo de la muerte de una ancianita por falta de atención, al saber que estaba abandonado por los médicos y que éstos no querían ni verme (como no ven a ninguno de los demás enfermos), opté por pedir mi alta voluntaria. Y eso fue todo un show.

Los médicos ahí llamaron a mi familia y les dijeron que yo estaba “grave”, que tenía “neumonía” y que sería muy “riesgoso” salirme de ahí en esas condiciones. ¿Cómo iban a saber los médicos de eso si nunca me vieron personalmente?.

Las trabajadoras sociales, intentaron “convencerme” de que no me fuera, intentaron asustarme diciéndome que gastaría una millonada afuera, que no me recibirían en otro hospital, que primero hablarían y verían que decía mi familiar…

No me importa lo que diga mi familiar, yo me quiero ir y punto. Les dije a Ana Torres.

Pero es que usted está delicado, no puede salirse así  nomás. Me contestó.

Claro que sí, no me puede tener aquí a la fuerza, es Privación Ilegal de Libertad. Si yo quiero irme a morir a fuera, me muero a fuera, pero aquí no quiero morir. Le reiteré.

Bueno, le advertimos, si se quiere ir, váyase. Pero tenemos que tramitar su “alta”.

Bien, muchas gracias.

Esa conversación fue a eso de las 10 de la mañana del lunes 24 de agosto, yo parado desde mi cama y ella a unos 10 metros, en la entrada de la sala, pues tampoco entran, tienen miedo, igual que sus amigos médicos.

Pasaron 2 horas y media, y yo preguntaba qué pasaba con mi alta. Nadie me decía nada. Hasta que volví a ver a esa trabajadora social, a Ana Torres, una chaparrita morena. y le reclamé, de nuevo desde mi cama y ella en la puerta de la sala.

¿Qué pasó con mi alta?, ya pasaron dos horas y media y nada. No creo que no puedan hacer un papel en ese tiempo. Le dije.

Y ella contesta:

— Ya la tenemos, solo que vamos a esperar que la coordinadora de médicos Julia, hablé con usted.

— Mire, ya deme mi alta, tráigame mi ropa que ya le entregaron mis familiares desde hace tres horas, porque diga lo que diga la coordinadora de médicos, yo me iré de aquí, no quiero estar un día más.

— Está bien, ahorita le traigo su ropa. Me dijo molesta Ana.

Pasó otra hora, y ni la ropa, ni la coordinadora “Julia”. Entonces, mi quité mi oxígeno, me amarré bien mi bata y agarrando el suero, ahí voy a la entrada de la sala. Solamente me paré ahí, y en cuanto ví a una enfermera, le dije:

— ¿Me hace un favor?

— Sí pero regrese a su cama. Me dijo.

— Claro. Háblale a las trabajadoras sociales, dígales que si en 10 minutos no me traen mi ropa, yo mismo iré a buscarla a su oficina. Y si no me la quieren entregar, que se queden con ella, pero yo me voy, así en bata, pero me voy ya de aquí. Ya estuvo bueno.

A los 4 minutos subió Ana con mi ropa. Me la entregó la enfermera y me quitó la canalización del suero. Y ya que estaba cambiado, me acompañó a la salida. Y ahí, por fin, pude salir del nosocomio.

Me recogió mi familiar, y las trabajadoras sociales, juntas, salieron como locas hasta la calle, para que firmaran mi “alta voluntaria”, un documento que solo era una fotocopia, que le habían puesto mi nombre con pluma de color azul, y donde solo tenía que firmar mi familiar por ello.

Ya en el camino a casa, mi familiar me dijo que había platicado con la coordinadora de médicos, Julia, para solicitarle que me diera un dictamen clínico, donde viniera el historial de medicamentos que me habían suministrado y mi radiografía.

La mentada Julia, solo dijo:

— No le entregaremos nada, por ser un alto voluntaria, él perdió todo lo que aquí se le hizo, no tiene derecho a nada.

— ¿En qué ley dice eso?, Si lo llevamos a otra clínica, tienen que saber lo que le pusieron y cuál tratamiento está llevando. Le contestó mi familiar

— No le daremos nada, y hágale como quiera. Fue la linda respuesta de la coordinadora médica.

Sergio Zepeda Casillas, Subdelegado del ISSSTE en Nayarit. Debería tomar cartas en el asunto.

PARA CERRAR

Mañana escribiré sobre la precaria situación en que tienen a los enfermeros, enfermeras, camilleros y personal de aseo ahí en el ISSSTE de Tepic. Ellos son los que, verdaderamente, están sacando adelante el trabajo con los pacientes de Covid, pero los tienen muy restringidos en equipo de protección y suministros. Los están mandando sin fúsil a la guerra, mientras los coroneles y generales, cobran los jugosos sueldos y se la pasan como avestruces, escondiendo la cabeza.

Ah, y después hablaré sobre la más reciente “certificación” que le dieron al ISSSTE y que presumió pomposamente su subdelegado el doctor Sergio Zepeda Casillas.

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