*Enrique Alfaro dio un paso atrás al pasado autoritario y conservador que tanto ensombreció a la democracia en nuestro país.
Por: Javier Lozano*/CDN
Alfaro. No se puede seguir engendrando esa dominación como medida de control de la sociedad; la política de censura, tiene que comenzar a suprimir ese pasado de rechazo de la sociedad, y cuya peculiaridad era someter y disuadir las manifestaciones civiles con golpes y artefactos.
Las demandas sociales deben abrir la brecha del pluralismo.
Los sucesos brutales que arremetió el gobernador Enrique Alfaro, nos trasladan a los movimientos estudiantiles que hasta los tiempos contemporáneos de las administraciones del PRI, fueron reprimidos por los poderes del Estado; de aquellas prácticas autoritarias no hay un contraste de lo que sucedió en la capital del Estado de Jalisco.
Estas experiencias represivas con la fuerza desmedida, nos direccionan a los eventos más peyorativos que han marcado el devenir social y político de un territorio, que sinrazón respondió con una rabia desmedida, ante el derecho libre a manifestarse.
Estos hechos reflejan, la intolerancia a disentir y cuestionar acciones que impactan directamente en los diversos sectores sociales; la sociedad está enfadada de esas acciones, porque ponen en manifiesto la realidad actual ante el gobierno.
Si hay una desilusión por la administración, seguramente es porque las políticas públicas no concuerdan con las promesas de campaña que elaboraron en teoría un movimiento que abraza las causas sociales.
Frente a esta situación, debe prevalecer el diálogo, el entendimiento, pero también la razón y la conciencia; el clima que se vivió en Guadalajara, nos hace recuperar lo que en repetidas ocasiones ha sucedido en manifestaciones estudiantiles, sindicales y de organizaciones sociales que solamente pretenden ser escuchados con sus demandas.
Si la razón está de cualquiera de ambas partes, no deben prevalecer esos actos vergonzosos de jóvenes golpeados a mansalva, ante la mirada escéptica de la sociedad.
LA ALZA, EL PRETEXTO
La inconformidad por el aumento a las tarifas del transporte público, no debe ser el pretexto para descargar la fuerza de las corporaciones del orden público y de esos grupos de choque que en muchas de las ocasiones recurren a las prácticas más irracionales para replegar y disolver las manifestaciones.
El gobernador debe reflexionar sobre estos actos, es inaudito que aún en estos tiempos veamos esos escenarios de violencia a golpes y patadas.
A partir de estos sucesos, el ejecutivo Estatal, debe resarcir ese daño porque la opinión pública, se siente agraviada e indignada por ese tipo de actos que solo provocan el desdén y la animadversión de la figuras de la función pública.
La crisis de gobernabilidad que vive el Estado de Jalisco, se ha agudiza con el inmerecido trato que recibieron los manifestantes.
La ofensiva que lanza el gobierno Estatal, reflejan el desagravio que siente ya una sociedad que esperaba un cambio sustancial en esta administración que se instaló y llegó con una gran aceptación de las mayorías y era considerado la esperanza ciudadana.
Invariablemente de los programas sociales y de garantizar un esquema integral para el Estado, debe prevalecer un clima que de condiciones de seguridad a la ciudadanía; no el maltrato y la manera que muchos de los jóvenes fueron censurados de manera explícita por la percepción que generaron las imágenes y los testimonios que narraron estos hechos.
El retrato conservador del autoritarismo y la represión, parecen haber revivido en Guadalajara un hecho ominoso que da lectura a los pasajes más penosos de nuestra vida democrática del país.
Ese fue uno de los principales parteaguas de la transición y el desprecio a los partidos tradicionales, la sociedad está cansada de la corrupción, del nepotismo, pero de igual forma de los abusos y agravios por el solo hecho de opinar y manifestarse como derecho constitucional.
Alfaro, dio un paso a la reivindicación de ese pasado autoritario y conservador que tanto ensombrecieron la democracia en nuestro universo sociocultural.
Es penoso, vergonzoso, pero también debe haber apertura a la discrepancia que alude por esa flaqueza de gobernabilidad que elaboro el ahora gobernador en tiempos de campaña; este es un caso que marcara un precedente de una jornada de distintos agravantes que sufrieron un grupo de jóvenes que se manifestaban por un incremento inflexible en las tarifas del transporte público.
Es evidente que estas acciones deben ser calificadas como: penosas, radicales, pero también al más puro estilo del presidencialismo omnipotente de aquellos tiempos del priismo represor.
En este contexto, se debe hacer un llamado a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, para buscar los recursos y mecanismos que garanticen el respeto y salvaguardar la integridad física y emocional de los adolescentes.
Nos vemos pronto.
*Profesor de Nivel Superior desde hace 9 años. Originario de Morelia, Michoacán. Colaborador del seminario Presencia de Michoacan y los portales electrónicos Changonga.com y Metapolítica.